Tecnología y geopolítica. La economía es la que dicta las reglas del juego

Manu Arenas
6 min readNov 8, 2023

En los últimos años, la tecnología ha pasado de ser un área de actividad amable e inocua, a estar en el centro de las dinámicas geopolíticas del mundo. El punto de inflexión está en el veto que Estados Unidos impuso a Huawei en mayo de 2019, aunque ya en abril de 2018, Estados Unidos había aplicado un veto similar a ZTE.

En los años anteriores, una empresa china, relativamente desconocida, como era Huawei, había ido infiltrándose en el mundo occidental gracias a sus desarrollos en el sector de las telecomunicaciones, especialmente en el campo de las redes 5G. Huawei había conseguido ofrecer a las operadoras una solución tecnológica para el despliegue de las redes de siguiente generación, muy por delante de las propuestas de otras empresas competidoras como pueden ser Nokia o Ericsson.

En pocos años, Huawei consiguió posicionarse como líder en el mercado de equipos de telecomunicaciones. En 2019, tenía el 28% del mercado, frente a Nokia (16%) y Ericsson (14%), seguida de Cisco (7%) y otros fabricantes (35%). En 9 años había crecido un 12%, mostrando una tendencia que se acompañaba en el segmento de consumo con sus smartphones y dispositivos para la electrónica de consumo.

En 2019, Huawei tenía un 16% de cuota de mercado global, por encima de Apple y comiendo terreno a Samsung. Además, Huawei estaba ganando cuota de mercado en el segmento flagship, lo cual era aún más significativo de cara a la competencia con la empresa de Cupertino. Huawei estaba creciendo a costa de sus competidores, básicamente.

La geopolítica es geoeconomía

La tecnología ha ido escalando puestos de un modo exponencial en su impacto en los PIB de todas las naciones y geografías. Lo que antes era una mera anécdota, comparado con los sectores industriales o energéticos, ahora es un componente fundamental de las dinámicas económicas globales.

La tecnología ya no es una anécdota. Es un instrumento de poder que puede poner en jaque a la economía de un país. Apple tiene un valor de mercado que supone nada menos que el 10% del total del PIB de Estados Unidos, con 2 billones de dólares. Sumando a Apple Facebook (Meta), Amazon, Netflix, Google y Microsoft, tenemos 7 billones de dólares en total. En Estados Unidos.

Como referencia, el PIB de España en 2022 ha sido de 1,34 billones de euros. Apple, por sí sola, tiene un valor superior al PIB español. Por otro lado, el PIB es una pieza clave, no solo de la economía, sino también de la política en los países modernos. La política tiene, como una de sus misiones principales, hacer crecer el PIB. Y es aquí donde empiezan a diluirse las fronteras entre economía y política, supeditando a la segunda a las exigencias de la primera.

Hablamos de la geopolítica para referirnos a las relaciones entre los países, pero, sería más correcto hablar de geoeconomía. Al fin y al cabo, las razones por las cuales se crean alianzas o se empiezan los conflictos, son mayormente económicas. Religiosas/fundamentalistas también, pero mayormente económicas.

¿Huawei estaba poniendo en riesgo la hegemonía de Apple?

El análisis que aquí comparto es un tanto arriesgado. Las razones oficiales que propiciaron el veto de EEUU a Huawei eran las relacionadas con el espionaje a través de las redes de comunicaciones desplegadas por Huawei. Las redes de telefonía móvil son, esencialmente, centros de datos sobre los que se despliegan redes de comunicaciones definidas por software (SDN o Software Defined Networks) y funciones de red virtualizadas (NFV o Network Functions Virtualization).

Esta digitalización de las funciones de red y las propias redes, junto con el desarrollo de chips especialmente diseñados para procesar los datos que se mueven en las comunicaciones sobre las redes 4G y, sobre todo, 5G, deja margen para implementar puertas traseras, la interceptación de comunicaciones sensibles o el filtrado de información, entre otras prácticas asociadas al espionaje.

Personalmente, dudo mucho que China implementase algún tipo de puerta trasera o tecnología de espionaje en sus equipos de red. A China le importaba más el liderazgo económico que el espionaje. No pongo en duda el interés de China por la IP de las empresas tecnológicas, pero para eso ya se valió de políticas de apertura a figuras destacadas de todo tipo de campos como la medicina o la tecnología, que llegaron (y volvieron) a China con las puertas abiertas, dejando un legado de conocimiento que ha sido aprovechado convenientemente en los centros de investigación y universidades chinas para posicionarse como líderes en campos como las tecnologías de telecomunicaciones, la biología o las ciencias de la salud, entre otras disciplinas. Estos programas se centraban principalmente en hacer volver a China, con incentivos económicos, sobre todo, a científicos nacidos en el país, que habían salido al extranjero a desarrollar su actividad académica o profesional.

Huawei, en 2019, no solo estaba liderando el mercado de las telecomunicaciones. Desarrollaba sus propios chips Kirin, con tecnologías de IA, pioneras en el mercado y las litografías más avanzadas. Estaba desarrollando sus propios ecosistemas de aplicaciones y servicios para competir con Google (y Apple), estaba desarrollando plataformas de streaming de vídeo y audio y tenían la mejor tecnología de cámaras para foto y vídeo en telefonía móvil.

Y, además, había conseguido superar a Apple en cuota de mercado global en telefonía móvil. Y eso, sin estar presente en el mercado de EEUU de un modo significativo. Este artículo pone en contexto las cifras bastante bien.

Mi sospecha es que, tras el veto a Huawei está la intención de proteger a Apple de un potencial desmoronamiento de su estrategia centrada en el iPhone y en los servicios desplegados y vendidos sobre su hardware. Las ventas internacionales de Apple suponen más de la mitad de sus ingresos. Y no solo se trata de ingresos, sino también de imagen de marca. Los dispositivos flagship de Huawei se estaban posicionando como auténticos objetos de deseo, por tecnología, funcionalidad, diseño industrial y estética.

De Huawei a la guerra de los chips y de la geopolítica a la geoeconomía

En el momento presente, Huawei sigue siendo el enemigo de Estados Unidos. Samsung es una competencia predecible: no tiene un ecosistema que pueda comprometer la hegemonía de Apple y sus dispositivos conviven amablemente con los de Apple. Desarrolla sus propios chips Exynos, pero en Estados Unidos vende dispositivos con SoCs de Qualcomm, e incluso ha dejado de lado completamente a los chips Exynos en algunas generaciones de smartphones Galaxy.

El objetivo es que Huawei no levante cabeza. Y no se trata ya de las redes de comunicaciones 5G, el Huawei Mate 60 Pro recientemente presentado en China con un procesador Kirin 9000S con tecnología de 7 nm, ha revolucionado a Estados Unidos como si la vida dependiera de que Huawei (y China) se queden en la Edad de Piedra de la tecnología.

Estados Unidos no puede permitirse el lujo de que su Technology Economy se vea amenazada por productos y servicios provenientes de China. Puede parecer que la guerra de los chips entre Estados Unidos es geopolítica. Pero, desde mi perspectiva, es una guerra geoeconómica. Con cuatro empresas tecnológicas que suman 7 billones de dólares de PIB, la hegemonía tecnológica y el control de la tecnología mundial empieza a ser tan importante como controlar los precios del petróleo.

En 2022, el PIB de Estados Unidos fue de 25,5 billones de dólares. Así que, esos 7 billones provenientes de Google, Apple, Facebook (Meta), Amazon, Netflix y Microsoft, suponen nada menos que un 27,45% del total. Un porcentaje que precisa de medidas políticas para ser salvaguardado.

Quizás sea este un análisis un tanto aventurado. Pero, parto de la base de que la política es el brazo armado de la economía, que es el auténtico poder ejecutivo por encima del legislativo, ejecutivo y judicial. Así que, más que hablar de geopolítica, sería más preciso hablar de geoeconomía.

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