Energías renovables: de la solución, a un problema de comunicación

Manu Arenas
5 min readNov 3, 2023
Foto: Manu Arenas

En los últimos días, están proliferando las noticias sobre la generación de energía a partir de fuentes renovables como el viento o el agua y, en menor medida, el Sol. Se habla en términos positivos, desde luego, aludiendo a cómo este tipo de fuentes de energía limpias están reemplazando a los combustibles fósiles en los procesos de generación.

Hasta aquí, todo bien. Excelente, diría yo. El problema radica en que la información sobre estos hitos, que podría ser una información didáctica, se convierte en engañosa e incluso en amarillista si no se completa con otros datos que son, diría yo, aún más relevantes que el protagonismo de las renovables en la producción de energía… eléctrica.

Las renovables solo intervienen en la producción de energía eléctrica

Es un matiz que podría parecer irrelevante a primera vista. Si no nos paramos a cuantificar la energía que mueve el mundo de un modo cuantitativo, nos quedamos con el sentimiento positivo que se transmite en los comunicados y noticias que aluden al éxito de las fuentes de energía renovables.

Si tenemos en cuenta, que en la era de los datos, el periodismo que más se practica es el periodismo de sentimientos (que no de datos), este tipo de noticias se convierten en el problema de comunicación que mencionaba en el titular.

…en la era de los datos, el periodismo que más se practica no es el periodismo de datos, es el periodismo de sentimientos

Y la energía eléctrica limpia es solo el 10% del total de la energía que mueve el mundo

¿Por qué? Porque el porcentaje total de energía que mueve el mundo en el que vivimos, que corresponde a la energía eléctrica, es de un 10%. Sí, tal cual lo estás leyendo: del 100% de la energía que se usa para hacer que el mundo en el que vivimos, tan solo el 10% proviene de energía eléctrica limpia. ¿Y el 90% restante?

Según cifras de Enerdata, contenidas en su anuario de energía con datos de 2022, el mundo sigue dependiendo del Gas Natural en un 23%, del carbón en un 28% y del petróleo en un 30%. El 9% restante está a cargo de la biomasa. Si sumamos los porcentajes, tenemos que, nada menos que, al menos un 81% de la energía que mueve el mundo emite CO₂, a día de hoy.

Si nos vamos a Our World In Data, tenemos que, en 2022, el 86,66% de la energía que mueve el mundo proviene de combustibles fósiles y energía nuclear. Si metemos a la nuclear dentro de las energías que no emiten CO₂, tenemos un 82,92% del total de la energía que mueve el mundo, como proveniente de fuentes que emiten CO₂. Sobre la energía nuclear, podemos decir que no emite CO₂, pero sí radiación. Por lo que no podemos considerarla como una energía limpia. Aunque esto es otro tema.

Si nos vamos a los datos de Our World In Data, tenemos un 84,3% como provenientes de combustibles fósiles. Un 11,4% proviene de renovables y un 15,7% de fuentes con bajas emisiones, dentro de las cuales está ese 11,4% de renovables.

Buenas noticias las de las renovables, pero, si vemos la evolución de la producción de energía eléctrica a partir de diferentes fuentes, podemos ver que, desde 1985 hasta 2022, el cambio que se ha producido en la generación a partir de combustibles fósiles, es de apenas un 3% (63,93% en 1995, frente a un 60,94% en 2022). Y eso que llevamos ya 27 COPs (Conferencia de las Partes), con la 28 prevista para el 30/11–12/12 de este año.

El contexto es el que importa

Sí, está muy bien que tengamos una producción de electricidad limpia cercana al 100% (gracias a las borrascas, todo sea dicho), pero no está bien que un 84,3% de la energía que mueve el mundo siga proviniendo de combustibles fósiles. Y no está bien que las emisiones de CO₂ sigan aumentando cada año.

Los medios de comunicación están perdiendo la oportunidad de educar a la audiencia sobre el estado actual de la generación de energía. Y de educar a la audiencia sobre tendencias en este ámbito. A cambio, solo nos regalan titulares sesgados por el sesgo del optimismismo.

Foto: Manu Arenas

Está muy bien hablar de IA generativa, o de energía de fusión. O de energía nuclear de cuarta generación. O de la economía del Hidrógeno. Pero la realidad de hoy, es que seguimos inmersos en dinámicas que no hacen posible cambiar la tendencia al alza en las emisiones de CO₂. Y eso, es un problema.

…no se trata de ser negacionista: a estas alturas tendríamos que ser “dudacionistas”

O tal vez no. Pero no lo sabemos. No se trata de ser negacionista: a estas alturas tendríamos que ser “dudacionistas”. Y, ante el desconocimiento, tendríamos que “parar máquinas”. Literalmente, aunque solo fueran las que no son imprescindibles para mantener nuestra civilización a salvo de un potencial colapso.

Foto: Manu Arenas

La economía, no el cambio climático, es el problema

Hablo de la civilización, que no de la economía. El problema es que la economía se ha apropiado de la civilización. La ha fagocitado. En vez de diseñar una economía al servicio de la civilización, hemos supeditado la civilización a la economía.

El problema no es el cambio climático. El cambio climático es la consecuencia de una economía que no “sabe” de física, geología, termodinámica, bioquímica ni de equilibrio alguno. Solo “sabe” crecer.

No estamos en un mundo civilizado, sino que estamos en un mundo economizado. Y eso, es un problema. Porque la economía no tiene un botón de parada de emergencia. Porque parar la economía, a estas alturas, supone parar la civilización.

Foto: Manu Arenas

Y este es el “elefante en la habitación” más enorme que tenemos que abordar. Porque nadie habla de ello claramente, ni mirando a los ojos de esta circunstancia vital que está comprometiendo el futuro (y presente) de la civilización, en aspectos como la geopolítica, la moral, la educación o la humanidad misma.

Los que tenemos la suerte de poder vivir más o menos amablemente, seguimos viviendo la ilusión de un mundo mejor. Pero, con la amenaza progresivamente más cercana de un mundo peor. Ya hay quienes están viviendo esa realidad en las decenas de conflictos bélicos, sociales o ecológicos que asolan diferentes partes del mundo. Es cuestión de tiempo que los siguientes seamos nosotros.

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